

Malva sólo puede ser la portada de este tercer número de 1992 dedicado al «SIMBOLISMO BELGA». Color que nos sumerge en los rancios perfumes finiseculares de nuestros melancólicos artistas. Entre pervertidos y vírgenes, entre refinados necrófilos y obscenos satánicos, en la inclinación por el furor o por el silencio, emerge el amor al símbolo y su representación. Bélgica destaca en ello.
Pensadores, novelistas, poetas, dramaturgos, críticos de arte como Emile Verhaeren, Albert Mockel,... Saber másexpand_more
Malva sólo puede ser la portada de este tercer número de 1992 dedicado al «SIMBOLISMO BELGA». Color que nos sumerge en los rancios perfumes finiseculares de nuestros melancólicos artistas. Entre pervertidos y vírgenes, entre refinados necrófilos y obscenos satánicos, en la inclinación por el furor o por el silencio, emerge el amor al símbolo y su representación. Bélgica destaca en ello.
Pensadores, novelistas, poetas, dramaturgos, críticos de arte como Emile Verhaeren, Albert Mockel, Maurice Maeterlinck, Georges Rodenbach o Charles van Lerberghe... creadores plásticos como Fernand Khnopff o Félicien Rops... arquitectos como Horta... han elevado su arte al rango de una referencia imprescindible.
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