

Yo querría penetrar hoy dentro del alma andaluza, adentrarme por ella, meterme dentro de ella como un nuevo Joñas. Desenterrarla de tanto topico, cascajo y aluvión con que la han querido soterrar toda la necia percalina del folklore.
Andalucía es un poco, como sus toros bravos, la victima propiciatoria de esas malas capeas, donde la han dañado y zaherido todos esos señoritos presumidos de jaques, que salieron a torearla, o mejor aun, a capearla en el inmenso ruedo de Europa, desde... Saber másexpand_more
Yo querría penetrar hoy dentro del alma andaluza, adentrarme por ella, meterme dentro de ella como un nuevo Joñas. Desenterrarla de tanto topico, cascajo y aluvión con que la han querido soterrar toda la necia percalina del folklore.
Andalucía es un poco, como sus toros bravos, la victima propiciatoria de esas malas capeas, donde la han dañado y zaherido todos esos señoritos presumidos de jaques, que salieron a torearla, o mejor aun, a capearla en el inmenso ruedo de Europa, desde Víctor Hugo hasta Merime o el Don Jorguito de la famosa «Biblia en España- es la crucificada de las agencias de turismo y de una necia literatura decadentista. Yo quisiera llegar hasta ella con emoción, mas aun, con unción, con esa unción con que la pluma de José Carlos de Luna era capaz de describirnos el alma de niño del Piyayo; alma inocente y pura oculta bajo el antifaz del buscavidas haragan.
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